lunes, 15 de agosto de 2011

Concentración y confianza

La pasada madrugada se disputó el último de los partidos de los cuartos de final del Mundial sub-20. España y Brasil, dos de las favoritas, se cruzaban. Y dentro de un dominio abrumador del equipo español durante el partido, emergió una gran figura que lo contrarrestó: Gabriel, el portero carioca. Pero lo que más llamaba la atención no eran sus condiciones técnicas o físicas, que también las demostraba, sino que en su forma de jugar rebosaba una gran confianza en sí mismo.

La actuación de un guardameta depende de muchos factores. Desde luego, las condiciones físicas son claves para rendir bien. Si no está bien preparado físicamente, nunca podrá llegar a ese balón escorado. Pero la cantidad de balones esquinados que le llegan a un portero en un partido no son tantos. A eso, hay que unir una preparación técnica que le hará ganar uno o dos metros más en su rango de actuación en el marco de la portería, y que le permitirá abortar todavía más opciones de gol. Estos aspectos se trabajan diariamente en los entrenamientos, y prácticamente doy por hecho que todos los profesionales lo hacen de manera adecuada. La diferencia la marcan otras características menos palpables a primera vista: la concentración y la confianza.

La concentración siempre permitirá al portero gozar de la mejor colocación posible, y si es la adecuada cubrirá el mayor espacio posible de la portería. Pero además, también le permitirá anticiparse al delantero e impedir que este pueda disparar, desbaratando así una posible ocasión de gol. Es decir, dificultará, en primer lugar, que se produzca el chut del atacante y, en segunda instancia, que este pueda ser certero. Un reflejo de esta concentración se puede ver en las salidas de los guardametas, ya sean por alto o a por un balón entre la defensa y ellos. En cada plano en que salía Gabriel anoche se le veía concentrado. Como muestra un botón. En los instantes finales de los primeros 90 minutos, en dos contrataques españoles, estuvo tan atento que impidió los posibles remates de Rodri y Canales anticipándose fuera del área con los pies. Haber esperado un poco más atrás le habría dejado vendido.

Si a todo ello le unimos una buena dosis de confianza, estamos ante la que va a ser una magnífica actuación segura. Gabriel anoche la tenía. Fue casi inexpugnable durante el encuentro. Pese a encajar dos goles, se convirtió en la pesadilla de los atacantes españoles anticipándose al peligro, rechazando varios mano a mano y siendo muy solvente en los disparos de media distancia. Llegaron los penaltis y las cámaras lo enfocaron. Ya se intuía. Hablaba con sus compañeros y aunque no lo dijera con palabras, sus gestos sí lo delataban: “Tranquilos, que paro más de uno”. Así fue: Gabriel paró los penaltis de Amat y Álvaro Vázquez. Brasil se metió en semifinales. La confianza en sí mismo de Gabriel fue clave.


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