domingo, 18 de diciembre de 2011

Casillas lo volvió a hacer

Y lo volvió a hacer. Tan sólo dos temporadas después, en el mismo escenario, el Ramón Sánchez Pizjuán de Sevilla, Iker Casillas volvió a ser un relámpago de un lado al otro de la portería para despejar un balón imposible. Antes a Perotti, ahora a Manu del Moral. Antes en una portería, ahora en la otra. Pero dos años después, Iker volvió a conseguir que se detuviera el tiempo para deleitarnos con una nueva parada que quedará en la retina de los aficionados al fútbol que vieron el partido, y que se repetirá en el "play" de las videotecas digitales.




martes, 29 de noviembre de 2011

¿Penalti y tarjeta roja?

Fue la jugada clave del derbi del pasado fin de semana entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid. Karim Benzema encaraba a Courtois, portero rojiblanco, lo regateó y el belga, en su afán por impedir el gol, trabó al delantero. El árbitro, Mateu Lahoz, señalaba penalti y le mostraba tarjeta roja a Courtois, dejando en inferioridad numérica a los colchoneros con 65 minutos por delante. Y a raíz de ahí llegaron la goleada y las protestas por la decisión del colegiado. 

Reglamento en mano, Mateu Lahoz interpreta que Courtois abortó una ocasión manifiesta de gol cometiendo falta dentro del área. Por tanto, acierta con la expulsión. El debate no se debe encontrar en la decisión arbitral, sino en si la normativa castiga en exceso la infracción cometida. Iker Casillas, cancerbero madridista, lo dejó caer en sus declaraciones a la prensa tras el encuentro: “La realidad es que hay unas personas que en un despacho dictaminan las normas y cuando es último hombre es penalti y expulsión. El problema es de esas personas que inventan normas”.

Las tarjetas rojas deben servir principalmente para sancionar una acción violenta o peligrosa para el físico del rival. En el caso de Courtois, el guardameta belga no puso en peligro el físico de Benzema. Además, su reacción es instintiva para intentar llegar al balón y despejarlo, no tiene la intención de derribar al atacante. Si bien es cierto que impidió el gol cometiendo falta, suficiente castigo debe ser el penalti, que con mucha probabilidad terminará en gol, como así fue.

En definitiva, Mateu Lahoz acertó en la aplicación del reglamento al pitar penalti y expulsar a Courtois… pero, tal vez, lo que habría que hacer es revisar el propio reglamento para que el castigo no sea tan grande.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Jugar bien y llevarse siete

¡Qué difícil debe ser recibir siete goles y quedarse con la sensación de haber hecho un buen partido! Así es como debió sentirse Laszlo Koteles, el portero del Genk, después de que su equipo fuera vapuleado ayer por el Valencia. El meta húngaro llegó a realizar no menos de seis paradas de enorme mérito, y no se le puede achacar error alguno en ninguno de los tantos que encajó. Aún así, pese a haber presentado buenos argumentos para defender con nivel la portería de su equipo, su nombre pasará a engrosar las estadísticas de porteros que han recibido contundentes goleadas en la Champions League.

La actuación de Koteles en Mestalla y el resultado que se produjo son una buena muestra de que un portero debe estar acompañado por todo el bloque del equipo. Si sus compañeros no saben desenvolverse bien en tareas defensivas y no cierran los espacios al rival de manera adecuada, por muy bien que se encuentre el cancerbero, su equipo saldrá goleado. Y más aún cuando en el rival juegan delanteros tan oportunos como Soldado o Jonas.

No obstante, el guardameta magiar ha dejado buenas sensaciones en la temporada de su debut en la Champions League. Pese a estar acostumbrado a jugar en ligas europeas menores (tan sólo ha jugado en las ligas húngara, serbia y belga), Koteles ha rallado a buen nivel y ha realizado dos grandes actuaciones en esta edición de la máxima competición continental que le han valido a su equipo para sumar dos puntos ante rivales de mucha mayor entidad.

En la primera jornada, Koteles y su defensa consiguieron desactivar a la misma línea ofensiva que ayer le hizo un roto, y arrancaron un empate a cero que fue celebrado por la afición como si de un título se tratara. El mismo éxtasis produjo el empate a uno ante el Chelsea (los mismos “blues” le habían endosado cinco dos semanas antes), en un choque en el que Koteles se volvió lucir e incluso le detuvo un penalti a David Luiz. Ahora, al húngaro le queda un último partido ante el Bayer 04 Leverkusen para limpiar la imagen de su club, porque su honra, pese a las dos goleadas, está bien salvada.


martes, 15 de noviembre de 2011

Destronado Zubizarreta

La estela de Iker Casillas brilla hoy en el amistoso que la selección española disputa ante Costa Rica. El de Móstoles conseguirá el récord de internacionalidades del combinado nacional, con 127 partidos. Pero para ello alguien ha tenido que participar en 126 encuentros, y ese es Andoni Zubizarreta, que durante 14 años fue el buque insignia de la portería española.

Hasta hace poco, si un nombre era sinónimo de récords en cuanto a longevidad en el fútbol español, ese era Andoni Zubizarreta. El cancerbero alavés, además de ser el internacional con más partidos en la selección fue el primer futbolista en disputar más de 50.000 minutos en la primera división española. En ese período, llegó a disputar cuatro Mundiales y dos Eurocopas, y en su palmarés figuran 15 títulos (2 ligas, 1 Copa del Rey y 1 Supercopa de España con el Athletic, y 6 ligas, 2 Copas del Rey, 1 Supercopa de España, 1 Copa de Europa, 1 Recopa y 1 Supercopa de Europa con el Barcelona), además de un Trofeo Zamora. No obstante, su despedida del fútbol no fue todo lo agradable que hubiera merecido alguien con esos números.

No se trataba de un portero mediático, ni sus acciones eran espectaculares. Sus principales argumentos eran la sobriedad, la colocación y el dominio del juego aéreo. Sin embargo, eran características que no vendían su imagen ni en la prensa ni entre los aficionados. Y esa falta de consideración hacia su trabajo fue clave para que no se le otorgara un trato justo a su trayectoria en los dos momentos más críticos de su carrera.

El 18 de mayo de 1994, Zubizarreta jugaba su segunda final de la Copa de Europa. Dos años antes, su equipo, el Barcelona, la había ganado en Wembley, y se disponía a volver a hacerlo esta vez en Atenas frente al Milan, en un partido en el que partía como favorito. El resultado final fue nefasto. Los italianos pasaron por encima de los azulgrana y les endosaron un doloroso 4-0. La primera víctima fue el propio Zubizarreta, al que a la mañana siguiente la directiva le comunicó que no continuaría como portero culé. Era el inicio del desmantelamiento del llamado “Dream Team”.

Pese a aquel duro golpe que le dio la que había sido su casa durante ocho años, Zubizarreta continuó su carrera en el Valencia y siguió contando con la confianza del seleccionador Javier Clemente para liderar la portería nacional. Y fue en sus últimos días con la selección en los que se consumó su retirada. En el debut de la selección en el Mundial de Francia de 1998, España cayó ante Nigeria por 3-2, y el tercer gol de las Águilas Verdes fue obra del propio Zubizarreta en propia meta, al intentar atajar un centro de Lawal. Esa derrota condicionó el devenir del equipo español en la competición, de la que fue apeado en la primera fase, y también el futuro profesional del guardameta vasco. Las críticas de periodistas y aficionados se cebaron con él y, definitivamente, al acabar el Mundial, decidió anunciar su retirada sin recibir la compasión ni el reconocimiento de casi nadie. Una triste despedida para una brillante y dilatada trayectoria.



miércoles, 2 de noviembre de 2011

Sin defensa no hay récord

Víctor Valdés pasó ayer a la historia del FC Barcelona como el portero que más minutos consecutivos ha mantenido la meta blaugrana sin encajar un gol, tras la victoria por 0-2 ante el Viktoria Plzen. Así, superó los 824 minutos imbatido que mantuvo Miguel Reina en los años 70. Se trata de un hito gracias al cual quedará su nombre grabado en la historia del club. Sin embargo, en tal éxito intervienen otros factores igual de importantes que sus actuaciones, y en ellos tiene una gran relevancia su defensa y la forma de juego de su equipo.

Pese a que el mérito del récord se ha enfocado principalmente en Víctor Valdés, cabe recordar que para mantener esos números no sólo basta con la actuación del guardameta. Si un sistema defensivo no está bien engranado, un cancerbero, por muy buenas cualidades que tenga, no conseguirá que su portería quede a cero, ya que en cada jugada en que se enfrenta en solitario a un delantero suele partir en inferioridad de condiciones. Hay que recordar que es el atacante quien lleva el balón y sabe qué va a intentar hacer con él. Con ello, nunca hay que quitar mérito al propio portero, porque siempre habrá situaciones que se le escapen a la defensa en las que deberá ser suficientemente ágil e inteligente para abortarlas.

En el caso del actual Barcelona, además del propio Valdés, existen dos claves: la posesión del balón y la posición en que éste se suele encontrar. El equipo de Guardiola suele tener una posesión del esférico de entre un 65 y un 75 por ciento. Este dato provoca que el rival, ya de por sí, tenga menos posibilidades de atacar la portería que defiende Valdés. A su vez, la forma de jugar del conjunto culé implica que el balón habitualmente esté en campo contrario, en ataque. Además, en cuanto hay una pérdida, sus jugadores lanzan una fuerte presión que les permite recuperarlo fácilmente y en zonas de peligro. Y aún en caso de no robar rápido, hay una distancia considerable hasta su área para o bien cortar la jugada o achicar a los delanteros rivales.

No obstante, siempre puede haber alguna jugada en la que todo ello falle, que son pocas, o a balón parado, en las que Valdés ha venido demostrando su poderío durante los últimos ocho partidos para contribuir, esta vez sí con protagonismo, a la consecución de una nueva marca.


martes, 25 de octubre de 2011

El complicado juego aéreo

Se va a lanzar un córner. En el área, además del guardameta, se encuentran alrededor de diez o doce jugadores, la mitad de ellos con la predisposición de marcar gol. Y habitualmente el balón se lanza por el aire al centro del área, en busca de un remate de cabeza. Los saques de esquina son, tal vez, algunas de las jugadas más difíciles con las que ha de lidiar un portero a lo largo de un partido y, a su vez, si actúa correctamente, algunos de los lances donde más necesita el equipo que defiende a su cancerbero.

Habitualmente el portero tiene ventaja en estas jugadas, ya que cuenta con la posibilidad de alzarse sobre el resto con las manos. Sin embargo, ante la marabunta de jugadores que se encuentran a su alrededor, cualquier pequeño tropezón puede resultar fatal para sus intereses. Es más, muchos equipos colocan a un jugador junto al guardameta para obstaculizarle sin que ello sea considerado falta. Además, a veces el balón es lanzado al primer palo o pasado al segundo, donde el portero no puede llegar, y se suele propiciar una segunda jugada que le puede descolocar de su posición. Ante todo ello, si se consigue un buen dominio de esta parcela, se le otorga una confianza enorme a sus defensas, que deben luchar en el salto de tú a tú con sus contrincantes. Y este tipo de jugadas con balones aéreos colgados al área no se dan sólo en los córners, sino también en cualquier falta lateral o incluso frontal. Incluso en el tradicional fútbol británico, mandar un balón “a la olla” era un recurso muy manido del que trataban de sacar rendimiento aquellos conjuntos menos dotados técnicamente.

Para poder solventarlos con acierto son necesarias, sobre todo, dos condiciones: la colocación y el desparpajo. Si se mantiene una buena colocación ante el primer lanzamiento, el portero tendrá una mayor posibilidad de alcanzar el balón. Mientras tanto, el desparpajo y la confianza son imprescindibles para salir y alzarse a por el esférico entre todos los futbolistas que permanecen en el área esperándolo. Asimismo, la altura y la potencia de salto también ayudan, pero no llegan a ser determinantes, puesto que cualquier guardameta con las manos alzadas debe llegar en su salto más alto que un rival, que sólo puede golpear el balón con la cabeza.

No obstante, la teoría es muy fácil decirla, pero en la práctica resulta mucho más difícil aplicarla. Cada balón que se cuelga en el área es un mundo, y si no que le pregunten a cualquier portero profesional. Una buena muestra es que pocos porteros en el mundo consiguen dominar con contundencia esta faceta del juego.

jueves, 20 de octubre de 2011

El golpe más duro

Llega un momento del partido en el que ya no hay reacción. En el fútbol italiano lo llaman la Zona Cesarini, por la capacidad de un futbolista transalpino de los años 30, Renato Cesarini, de marcar goles en esos instantes. Se trata de los últimos minutos del encuentro, en los que un gol resulta decisivo con casi total seguridad. Y para el portero que lo recibe, es el golpe más duro que puede recibir, del que no se podrá reponer durante el partido, y que se llevará a su casa para reinterpretarlo mientras reposa en la cama. “Y si hubiera hecho esto para pararlo”, piensa repetidamente en busca del sueño.

El pasado martes esa desgracia la sufrió Diego López, el portero del Villarreal, con un tanto que deja a su equipo al borde de la eliminación en la Liga de Campeones. Hasta ese momento, el madrileño había realizado una actuación sublime. Sus reflejos y su seguridad habían hipnotizado a los jugadores del Manchester City, y habían conseguido mantener en tablas el marcador, que aún dejaba con suficiente vida a los suyos de cara a los próximos partidos de la liguilla. En el minuto 91 parecía que podía llegar ese momento fatal. Zabaleta, lateral del City, remataba de cabeza a bocajarro, dentro del área, pero la figura de Diego López emergió una vez más para atrapar el balón. Y todo ello pese a la velocidad de la jugada y el agua de la lluvia que mojaba un balón ya resbaladizo. Pero un minuto más tarde, llegó la fatídica jugada: el propio Zabaleta avanzó por la banda derecha para colocar un centro raso al área que Silva tocaba de tacón lo justo para que el Kun Agüero lo remachara a la red. La derrota se consumaba sin tiempo para más.

Las cámaras enfocaron la celebración eufórica de los jugadores del City, pero siempre se olvidan del otro protagonista, el portero, que no había podido evitar la derrota. Diego López permanecía asolado tras ver que todo su trabajo sólo había servido para nadar hasta morir en la orilla. Posiblemente, la peor sensación que le puede quedar a un guardameta.